Investigaciones realizadas
por Richardson, Neiger, Jonson y Kumpter (1990) arrojan como resultado que la
construcción de resiliencia en los adultos es semejante a la de los niños. De acuerdo con el modelo de
resiliencia, cuando un individuo de cualquier edad sufre una adversidad, en
principio se pone en contacto con ciertos rasgos propios y ambientales que
amortiguan esa adversidad, si cuenta con suficiente protección, el individuo se
adapta a la dificultad sin experimentar rupturas significativas en su vida, lo que le
permite estar en una zona de homeostasis o avanzar a un nivel de mayor
resiliencia debido a la fortaleza emocional y a los saludables mecanismos de
defensa. Ellos desarrollan los procesos
de superar la adversidad, sin la necesaria proyección el individuo atraviesa un
proceso de ruptura psicológica y luego con el tiempo se reintegra de esa ruptura.
La disponibilidad de factores protectores personales y ambientales influirá en
el tipo de integración.
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